jueves, 30 de abril de 2009

Tercermundistas

Mientras sigue la incertidumbre en torno a adivinar el tamaño y la duración de la crisis mundial, cada día las compañías –sobre todo las grandes trasnacionales– ajustan costos para encarar el peligro de la indecisión. En el camino, sin embargo, algunas sufrirán cambios cosméticos, otras metamorfosis integrales, incluso tal vez sean absorbidas por terceras empresas, quizá cambien de giro, o en otros casos hasta cierren sus puertas. La gravedad del colapso financiero ha conseguido que el mundo corporativo se autoimponga tal coraza anticrisis que contagia temor y, sobre todo, desconfianza al mercado. Es decir, el mismo mundo empresarial espanta a los 6 mil millones de consumidores terrícolas, creando un ambiente de suspicacia que retrae más y más al comprador. O sea, la perfecta tormenta. Porque el mundo funciona en base a sensaciones y expectativas, y si éstas se tornan negativas se resiente el mercado.

Veamos un ejemplo cercano. Gigantes de las comunicaciones –que ofrecen servicios gratuitos– como Facebook, YouTube, Skype o My Space amenazan con reducir sus actividades en América Latina. ¿La razón? Para mantener su estándar de calidad necesitan invertir demasiados billones de dólares en nuevos servidores para superar la falta de “bandwidth” –banda ancha– en esta zona del planeta. Y sucede que ahora cuidan el centavo. Ya no piensan en grande, en globalizar sus corporaciones a cualquier costo. Hoy todo debe estar financiado. Y les es imposible vender publicidad en volúmenes suficientes para recuperar su inversión en este público, mientras descuidan la clientela norteamericana y europea –que sí capta avisaje– y exige cada vez mayor resolución en pantalla y sobre todo más rapidez de transmisión. Para ello la gente de Latinoamérica, Asia y la India les resulta un lastre porque, según las encuestas, mantiene encendidos casi todo el día sus PC, laptops y teléfonos celulares, recibiendo y enviando a diario cientos de millones de mensajes de texto y videos. Y eso les distrae demasiada capacidad en un mercado no rentable. ¿Resultado? Facebook, Skype, YouTube, MySpace, etc., estarían por establecer un servicio de segundo nivel –lento y de poca resolución– para esta parte del orbe. O sea, volveremos al tercer mundo. 

Esta realidad se multiplica a cada instante en otros sectores de la producción, el comercio y los servicios con consecuencias impredecibles. Aunque lleva implícito un hecho: al final del día los perjudicados seguiremos siendo la países “en desarrollo” o sencillamente pobres. Porque, dejémonos de poses, la pita se rompe por el lado más débil. De modo que –sobre todo para quienes residimos en el hemisferio sur– será mejor prepararse a enfrentar una realidad desagradable: vivir en un subplaneta tras haber saboreado las ventajas del primer mundo. Este será uno de los principales costos de una depresión causada por juveniles, irresponsables gurús de la banca y negocios en los países desarrollados. O sea que los culpables de perjudicar al planeta jamás sufrirán las consecuencias de sus desvaríos.

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