domingo, 19 de abril de 2009

¡Qué tal ironía!

Qué extraordinario escuchar al políticamente correcto –aunque censurado por el Congreso– ex ministro del Interior, Fernando Rospigliosi, criticando al gobierno “por hacer mal las cosas en el Vrae”. Según este portavoz de la progresía –formado en las canteras más rojas del izquierdismo–, no existe política antiterrorista. Pero, hombre, si él formó parte del toledato, régimen que no tuvo estrategia alguna contra Sendero Luminoso y que, además, hizo absolutamente nada para que el terrorismo –ya entonces aliado con los capos de la droga para financiarse con narcodólares– convirtiera al Vrae en territorio liberado. Es más, durante la gestión de la chakana quedó en claro la complicidad de otro toledista en el tráfico de kerosene, insumo clave para elaborar cocaína a base de la hoja de coca, la fuente de financiación de Sendero Luminoso.  

Sin embargo allí no acaba la responsabilidad del toledismo respecto al resurgimiento de Sendero Luminoso con dinero cocainómano y, en particular, la responsabilidad de este personaje. Resulta que, aparte de censurado ex ministro, Rospigliosi fue nada menos que cabeza, jefe, creador, padre de esa estupidez que tuvo el empacho de llamar central nacional de inteligencia, antro que diseñó ese personaje para reemplazar al abusado –aunque profesional– SIN, volado en pedazos por el gobierno al que prestó sus servicios.

En otras palabras, el terrorismo se reagrupó gracias a la torpeza de gente como Rospigliosi, no solo dos veces ministro y jefe de inteligencia sino, sobre todo, consejero personalísimo de un presidente como Alejandro Toledo. Recordemos que fue él quien destruyó el aparato estatal conformado para defender a la sociedad del terrorismo. Y fue más allá. Humilló, empobreció y castigó a las FF AA, confundido en aquel típico laberinto del político improvisado que lo llevó a desvariar, creyendo que al liquidar a los militares acabaría para siempre con el recuerdo del régimen fujimorista en el imaginario popular. Mató pues al cartero, porque las evidencias son ahora contrarias.

Y claro, el toledato cometió el yerro histórico, imperdonable de no solo maltratar a las FF AA sino que en su delirio –inexperto en la cosa pública– arrasó también con los servicios de inteligencia, alucinando que así daría un mensaje positivo a la opinión pública, a la que quiso convencer de que el SIN era autor de todos los males del país. Como suele suceder con quienes se sientan en palacio sin talla de estadista -y, peor aún, asesorados por personas sin escrúpulo aunque con tendencia ideológica que en el fondo coinciden con las proclamas de Sendero Luminoso, por ejemplo en eso de “defender a los pobres del abuso de los gobiernos de los ricos”– esa gente, repetimos, acaba siempre arruinando las bases mismas de la sociedad. Sin duda la frivolidad toledana dejó al país a ciegas para encarar a las huestes de Sendero recompuestas gracias a esos mil terroristas liberados por comisiones blandengues influenciadas por la CVR. Y todo ello tras habernos dejado sin servicios de inteligencia, sin capacidad de acción de las FF AA, y encima avalando –acá y afuera– denuncias perversas de las organizaciones de dd hh contra el Estado peruano. 

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