Más que una estupidez –y sobre todo por encima de un crimen ecológico que enferma seriamente la salud de todos los peruanos–, la terca insistencia de ciertos funcionarios y politicastros por impulsar una nueva norma que extienda el permiso de importar vehículos usados, resulta siendo una clarísima muestra de corrupción en el Estado, con el agravante que las consecuencias de tamaña venalidad son nefastas para la calidad de vida de los peruanos. ¿Para qué se creó entonces el Ministerio del Ambiente? O en todo caso, ¿por que el presidente Alan García designó a un reputado experto en ecología como Antonio Brack, ministro del Ambiente? ¿Acaso para que las cosas sigan igual que antes? O ¿para que el país continúe siendo un antro impune de toxicidad? O, ¿para que los grandes intereses sigan saliendo con la suya, a costa de reventarle la existencia a los ciudadanos? O, ¿para que sigamos siendo un banana country donde nadie respeta a la ley ni a la autoridad? O, ¿acaso para que las normas ambientalistas mundiales sean letra muerta en este país? ¿Para eso existe el ministerio del Ambiente? ¿Para eso asiste al Consejo de Ministros el señor Antonio Brack? Pensamos que no. Queremos creer que no es así.
Sin embargo no se escucha la voz de Brack en torno a este fétido asunto de seguir permitiendo importar autos usados, esas máquinas venenosas, en extremo dañinas para la gente, los animales, las plantas, etc., pero que sin embargo su ingreso al país reditúa pingües ganancias a los importadores y, cómo no, a aquellos politicastros que apoyan leyes negras que permiten tamaño crimen.
¿No se dan cuenta acaso los congresistas que si admiten siquiera a debate esa temeridad, más adelante van a ser ellos responsables de las enfermedades y la muerte de miles de peruanos? Ojalá que a futuro –cuando las estadísticas demuestren el porcentaje de personas crónicamente afectadas de males pulmonares o respiratorios en general, así como la proporción de víctimas fallecidas por cáncer pulmonar producto de respirar el anhídrido carbónico que despide la parafernalia de autos usados– la Justicia permita que los enfermos y los deudos demanden a los auténticos responsables de su padecimiento: los congresistas que votaron a favor de la importación de esas máquinas mortíferas.
Y aquí no cabe esa redomada estupidez de los politicastros de argumentar que los pobres se benefician con la importación de unidades usadas porque no tienen cómo adquirir nuevas. Entonces que esa gente trabaje en otra cosa, pero un estadista no puede ni debe admitir que, al amparo de la pobreza de algunos, se siga asesinando a miles de inocentes. Ministro Brack, salga usted a defender lo suyo, lo que tan bien explicaba y por lo que tanto luchaba mientras estuvo en el llano, afuera de las esferas del poder. No se anquilose. Urge escuchar su voz de repulsa a esta corruptela. Y señor presidente Alan García, ponga orden en la sala. Haga que sus congresistas voten en contra del proyecto de marras. Por algo fue usted el creador del Ministerio del Ambiente. ¿No?
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