jueves, 23 de abril de 2009

Tremenda lección

Qué duda cabe. En el mundo contemporáneo el listo vive del tonto y el tonto de su trabajo. Claro, siendo los listos los políticamente correctos y los tontos todos los demás. Quien opina por estas épocas contra principios vertebrales como la defensa del Estado, el terrorismo, el matrimonio entre parejas de un mismo sexo, los hijos de éstas parejas, etc., está más perdido que Adán en el Día de la Madre. Acabamos de comprobarlo con espanto en un caso trivial donde, por el solo hecho de haber opinado a favor del matrimonio entre mujer y hombre –sin haberse pronunciado en contra de la boda entre personas del mismo sexo–, terminó perdiendo el cetro la candidata con mayor probabilidad de ganar el concurso Miss EE UU. Frivolidad de ejemplo que, sin embargo, pone de manifiesto que el derecho de opinión pasa a segundo plano cuando de hablar sobre homosexuales se trata. De otro lado, una defensa del Estado políticamente bien concebida –ante el acecho de Sendero Luminoso, por ejemplo– significa primero que nada proteger los derechos humanos de los terroristas. Así, los soldados acabarán en tribunales locales y foráneos sentenciados por violar dd hh de los enemigos del Estado, mientras que por decisión de esos mismos tribunales los terroristas quedarán exonerados de todos sus crímenes cometidos contra la sociedad. 

Pero, ¿es la línea correcta? No. Solo hemos pasado de un extremo al otro, de una intolerancia a otra, de un apasionamiento a otro. Y a propósito de los dos ejemplos de intemperancia que acabamos de reseñar –uno sobre libertad de opinión y el segundo respecto a la defensa del Estado (la democracia)–, Alan Dershowitz, 71 años, brillante abogado de origen judío, profesor de Derecho Penal en Harvard, y a quien la revista Newsweek describe como “el defensor más importante de los derechos civiles”, responde así en una extensa entrevista concedida al diario El Mundo de España:

A la pregunta: Usted se define como “civil libertarian”. ¿Qué significa?: “No es una adscripción ideológica. Significa creer en la libertad de expresión de todo el mundo. Libertades civiles significa normas neutrales para todos, imparcialidad, transparencia.” 

A la pregunta: ¿Cómo ve la evolución del Derecho Internacional?: “Muy negativamente. Ha sido un terrible fracaso. Peor que nada. El Derecho Internacional ha sido inmoral, anacrónico. Hoy por hoy el Derecho Internacional es la justicia de los vencedores. El Derecho Penal Internacional es, claramente, una extensión de la política, y se ha convertido en un obstáculo para la lucha contra el terrorismo por su anacronismo, pues refleja el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando las democracias se enfrentaban al ejército nazi. Las normas en vigor no tienen sentido, pues dan una enorme ventaja a los terroristas en su lucha contra las democracias.”Tremenda lección para la progresía que insiste en imponernos teorías fracasadas.

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