sábado, 04 de abril de 2009
Quizá el paradigma de la empresa privada durante la era industrial haya sido General Motors. Hoy sin embargo está a punto de declararse en quiebra. No obstante, hace un par de décadas ya había empezado a perder su preeminencia. La industria tradicional –de la cual la automotriz sigue siendo la de mayor volumen– pasó a ser superada por las macrotrasnacionales de las computadoras, las comunicaciones, la aviación, el petróleo, la electrónica, la banca, etc. El vuelo fantástico que alcanzó Microsoft sencillamente desplazó a GM del sitial que mantuvo durante 8 décadas consecutivas. Inclusive el año pasado GM sufrió la humillación de perder la supremacía en venta de unidades a nivel mundial, derrotada por el titán asiático, Toyota. Algo que nadie jamás imaginó. Menos aún William “Billy” Durant, intrépido industrial que el 16 de setiembre de 1908 fundara en Detroit, Michigan, el conglomerado automotriz General Motors.
Según el portal de GM, Durant, fabricante de carruajes para caballos en Flint, Michigan, empezó su proyecto adquiriendo la fábrica de automóviles que pocos años antes había establecido David Buick. Un año después incorporó a la Olds Motor Vehicle Company fundada en 1897 por Ransom Olds, primer productor de automóviles en EE UU bajo la marca Oldmobile. Luego compró la marca Cadillac, un auto fabricado por Henry Leyland cuyo proyecto curiosamente fue financiado por la familia Cardellach, inmigrantes españoles que radicaban en Nueva Orleáns. Más adelante Durant sumó a su conglomerado la marca Oakland (hoy Pontiac), y luego la popularísima Chevrolet, hasta entonces una fábrica de los hermanos Gastón y Luis Chevrolet.
Hoy, repetimos, GM se encuentra virtualmente en quiebra. La crisis mundial multiplicó la caída de sus ventas, que ya venían en declive por la competencia japonesa, coreana y europea. Hace un par de meses esta mega empresa pasó por la vergüenza de mendigarle ayuda al Tío Sam, al enviar a su presidente, Dick Wagoneer, a enfrentarse a un Comité del Senado norteamericano y pedir prestado 30 mil millones de dólares. Le dieron 13.4 mil millones en condiciones no especificadas. El hecho es que durante el pasado fin de semana la administración de Barak Obama ordenó a General Motors despedir a Wagoneer y al resto de directores, todo indica que preparando a la compañía para que se acoja al Chapter 11 –suerte de proceso de insolvencia ante Indecopi– y, eventualmente, a enfrentar su liquidación, de no encontrar una fórmula para reestructurarse.
Obama ha sentenciado: “No podemos, no debemos y no dejaremos que nuestra industria automotriz desparezca”. No especificó, sin embargo, qué piensa hacer al respecto. Lamentablemente a solo seis meses de haber cumplido su primer centenario, General Motors podría convertirse en empresa estatal. Algo inimaginable en la historia del mundo contemporáneo. Esperamos que ante esa terrible eventualidad la medida sea transitoria. Lo contrario traería consecuencias nefastas para la inversión privada.
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