El presidente Alan García está en la mira de la progresía nacional. En la mira, claro, de los comisionados de la verdad que quieren acusarlo de idénticos crímenes que aquellos por los que ha sido condenado el ex mandatario Alberto Fujimori. En la mira, desde luego, de las oenegés que insisten en sindicar a Alan García de genocida por el caso El Frontón, por ejemplo, junto con el vicepresidente, almirante Luis Giampietri. En la mira, evidentemente, de toda la izquierda caviar que aspira a acabar con el Apra como medio para llegar al poder. La demanda ante los tribunales contra Alan García –de seguro ya existe hasta la sentencia debidamente redactada por la judicatura zurda– no se producirá, es cierto, durante la vigencia de éste su segundo mandato. Sin embargo, si de algo podemos estar seguros es de que el acoso de la izquierda judicial contra el presidente García ya empezó –la actitud de una iracunda fiscal que pretendió visitar esta semana El Frontón así lo confirma–, e irá tomando cuerpo conforme se acerquen las elecciones del 2011.
Alan García es entonces la siguiente víctima de la elite políticamente correcta, cenáculo de la zurda jurídica. Fujimori ya fue condenado por una sala de la Corte Suprema, y lo más probable es que –de aquí a seis u ocho meses– la nueva sala haga lo mismo. De manera que el episodio Fujimori ya acabó para los progre, tan hambrientos de aquel circo jurídico que programan en torno a sus propios códigos jurídicos internacionales. Es decir, en torno a un Derecho Internacional que, como señalamos ayer, es cuestionado por juristas de la talla de un famoso profesor de Derecho de la Universidad de Harvard como es Alan Dershowitz, quien describe al Derecho Penal Internacional de hoy –piedra angular de la izquierda jurídica que domina al Perú– en términos como: “Inmoral, anacrónico. Un terrible fracaso. La justicia de los vencedores. Es claramente una extensión de la política. Se ha convertido en un obstáculo para la lucha contra el terrorismo. Da una enorme ventaja a los terroristas en su lucha contra las democracias.”
Si García pretende hacer lo mismo que hizo Jorge de Castillo –cobijar y promover a la cofradía caviar, pretendiendo con ello conseguir su bendición y evitar sus iras vengativas– va a acabar idéntico que el ex premier; es decir, vapuleado y vituperado por la progresía caviar por tradición artera. Lo que necesita hacer el jefe de Estado es más bien alertar a todas las esferas de su gobierno para que trabajen de manera coherente, como frente único, en procura de principios pétreos como la defensa del Estado, el orden interno y, al final del día, en resguardo de la sociedad entera, hoy como ayer amenazada por el mismo terrorismo que combatieran los regímenes de Belaunde, el aprista (Fase I) y el fujimorista, que fue el que le asestó el puntillazo final a Sendero Luminoso y al Mrta. Todo lo demás –es decir, intentar actuar según los cánones políticamente correctos inventados por los caviares– será usado en contra de Alan García y de su régimen entero.
domingo, 26 de abril de 2009
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