sábado, 11 de abril de 2009

Qué tal paradoja

El mundo se encamina a una transformación fenomenal. El tamaño de la crisis –algunos prefieren llamarla depresión– no permite que, en lo sucesivo, las cosas sigan como hasta octubre del año pasado. Esa fecha puede marcar el comienzo de una nueva era, la del Mundo Postamericano, título que un fascinante periodista –Fareed Zakaria, director de Newsweek Internacional– ha colocado a un reciente libro suyo. 

En él Zacaria vaticina no solamente el declive del imperio del Norte sino, además, la consolidación de una correlación de fuerzas liderada por países como China, Brasil e India que, frente a la caída libre que sufre EE UU, siguen creciendo aunque, claro, más lentamente que antes. 

Paralelamente, alrededor de esa misma fecha –octubre de 2008, cuando Wall Street casi repite el crac de 1929– Barack Obama resultó elegido presidente de Estados Unidos. Pocos años antes, cuando la economía del planeta crecía en forma exponencial, cuando las fortunas –sobre todo las norteamericanas– se disparaban a la estratosfera, cuando la riqueza se multiplicaba por horas en el primer mundo, nadie jamás se habría imaginado que un candidato negro llamado Barack Obama, hijo de un inmigrante de Kenya, con un padrastro de Indonesia, una abuela recientemente fallecida viviendo en Hawai, y otra que sigue viva y radica en su África natal, accedería a la más alta magistratura de la –que aún sigue siendo– primera potencia del mundo. 

Sin embargo a ese presidente hasta hace poco insospechado –que encarna de por sí la génesis de una transformación colosal– paradójicamente le ha tocado asistir a lo que algunos –como Fareed Zacaría– consideran el final de la era noerteamericana. “Todas las edades de oro acaban –escribe el director de Newsweek International– y no suelen acabar muy bien. Si algo ha quedado claro en esta crisis es el declive del modelo americano para el resto del mundo. El modelo económico y financiero que era el corazón del poder americano, ha sido destruido…..Lo que veo a largo plazo es la caída no solo del modelo americano, sino del modelo occidental….Estados Unidos tiene aún en sus manos las seis llaves del poder mundial sobre todo en lo que respecta al poder militar, pero nuestra posición no es ni mucho menos la que teníamos en el apogeo de la era Clinton…..La transición va a ser dolorosa y tenemos que cambiar de mentalidad.” Hasta acá las palabras –sin la menor duda deprimentes– de Fareed Zacaria.

Mientras tanto al pobre Barack Obama –aquel joven candidato que, con seguridad, cuando iniciara su campaña para la presidencia de EE UU jamás pensó encontrarse en una encrucijada tan espantosa– le toca la responsabilidad de evitar que se produzca el negro vaticinio de Zacaria. El problema es que para hacerlo va a necesitar cambiar paradigmas. Y es en esa vía que el mundo entero puede ingresar a un túnel sin saber qué hay al final de la larga oscuridad por la que ya hemos empezado a transitar los terrícolas, tras el descalabro del mundo financiero por culpa de banqueros inescrupulosos y la desidia de un gobierno como el de George W. Bush que prefirió dejar hacer, dejar pasar.

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