El comunismo del siglo XXI –reconvertido en progresía caviar– ha encontrado la fórmula mágica para imponer a su gente en la presidencia de países latinoamericanos. Consiste en comprar la conciencia de candidatos o de presidentes en ejercicio con los petrodólares que dispendia el impresentable Hugo Chávez. Y claro, producida la compra-venta del candidato o del presidente en ejercicio, la “revolución bolivariana” toma posesión del país cuyos politicastros venales traicionaran a su pueblo. Una trampa urdida con desprecio por la auténtica democracia, que le permite al comunismo reciclado hacerse del poder sin necesidad de captar el voto de nuestros pueblos incultos. Reiteramos, la culpa es de la progresía que taimadamente nos maneja a través de su sistema político-jurídico “garantista”. Un bodrio basado en la teoría que solo los rojos “protegen la democracia, resguardan el estado de derecho, defienden los derechos humanos, etc.”. El ardid “garantista” lo impone el comunismo en connivencia con la ONU, la CIDH, etc. Porque son estos entes supranacionales –que maneja en exclusiva la progresía caviar– los que nos metieron de contrabando –y siguen haciéndolo– las “leyes universales” progre. Es decir, normas “de avanzada” que elabora una cúpula roja ajena a nuestra idiosincrasia. Leyes cien por ciento sesgadas a la ideología socialista. Por cierto, ajenas a la voluntad de la mayoría de los congresistas que elige nuestra sociedad. Sin embargo debido a la complicidad de tanto político infeliz por quienes ha votado el Perú, esas “leyes universales” se convierten automáticamente en legislación peruana. ¿Cómo así? Mediante ucases de la ONU, la CIDH, etc, que la progresía caviar nos obliga a acatar bajo la forma de “convenios internacionales”, acuerdos que luego pasan a formar parte de nuestro acervo legal e incluso de nuestra Carta Magna, para dejarnos a merced de un sistema político-jurídico foráneo hecho a la medida del comunismo reciclado.
En este orden de ideas, al presidente de un país sometido a las “leyes universales” progre que viole la Constitución se le releva del cargo. Salvo que sea de izquierda. Sucedió en Honduras con el tránsfuga Zelaya, un mandatario que según las “leyes universales” estuvo facultado a violar la Carta Magna cuantas veces le diera la gana, y su pueblo obligado a soportarlo mansamente. Pero cuidado con aquel presidente de derechas que siquiera imagine cambiar la Constitución. A ese, caviares dixit, hay que destituirlo, perseguirlo, enjuiciarlo y encarcelarlo por antidemocrático y corrupto.
En concreto, las “leyes universales” de los progre favorecen solo a tiranos de izquierda. Es el caso del impresentable Chávez, a quien la progresía rinde culto mientras le rompe la mano a tránsfugas como Zelaya, Ortega, Correa, Morales –y eventualmente a Ollanta Humala– para que traicionen a sus pueblos quebrantando sus constituciones, forzándolos a introducir en ellas la reelección infinita que asegure la vigencia del chavismo. Sin embargo, en el caso de Fujimori las “leyes universales” de la progresía caviar censuraron la reelección hasta la náusea. Obviamente porque Fujimori no simpatizaba con la progresía, tan condescendiente siempre con el terrorismo. ¡Qué maravilla!
viernes, 10 de julio de 2009
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