martes, 14 de julio de 2009

Incoherentes, siempre

El caviar es un demócrata felón con ADN comunista. La meta del comunero caviar es vivir como millonario y protestar como proletario. La fórmula para lograrlo estriba en mendigar donaciones a Estados y fundaciones del exterior “para afirmar la democracia, asistir a la pobreza, cuidar el medio ambiente, y defender los derechos humanos”; así como obligar al Estado a que contrate costosas e inútiles “asesorías” de las oenegé. Pero la comunidad caviar constituye en rigor un partido político disimulado. Actúa como tal, no obstante que la mayoría de la gentuza que la integra arrastra taras antidemocráticas e inconstitucionales. Asimismo la prensa políticamente correcta –que no es otra cosa que una maquinaria extorsionadora de hacer dinero– está en manos de la comunidad caviar. Es esa prensa que hoy se desespera defendiendo los derechos humanos del terrorismo y de todo aquel agitador violento que amenace a la sociedad. Es la prensa que ensalza “democracias” como la payasada hondureña. Sin embargo quienes hoy escriben y comentan en la prensa extorsionadora a favor de aquellos temas son los caviares que aplaudieron el violento derrocamiento de Fernando Belaunde, los mismos caviares que participaron activamente en la confiscación de la prensa peruana.

Enrique Bernales Ballesteros es un paradigma dentro de la comunidad caviar. Bernales Ballesteros es quien funda el año 1976 el Partido Socialista Revolucionario, junto a destacados jerarcas de la tiranía militar velasquista. Bernales Ballesteros fue cómplice entonces de consumados golpistas de la talla de Leonidas Rodríguez Figueroa, jefe del tenebroso SINAMOS cuyo objetivo fue constituirse en partido político único en el Perú, es decir en espejo de los partidos comunistas soviético, chino, cubano, etc.; y de Jorge Fernández, comunista confeso que persiguió como a ratas a sus opositores. Bernales fue entonces un activista del golpe de Estado y admirador de la dictadura que sojuzgó al Perú durante doce años. Ergo fue partidario de sendas violaciones de derechos humanos como persecuciones y deportaciones a periodistas y políticos opuestos a la tiranía. Pero, sobre todo, fue un leal adulador de Velasco Alvarado y de su camada de dictadorzuelos.

No obstante, ese mismo Bernales Ballesteros pro dictadura y pro golpista cuando se trataba de su país; ese mismo Bernales Ballesteros que mamó del gobierno espurio de Velasco Alvarado, ahora se muestra henchido de dolor e indignación por “una conspiración de altos cargos en la dirección del Estado que preparó el escenario de una presunta ´legalidad´ para derrocar al presidente (Manuel) Zelaya (en Honduras), e imponer un régimen que no ha dudado en ocupar militarmente el país. Que Zelaya haya querido llevar adelante una consulta popular para convocar a una asamblea que modificase la Constitución de Honduras fue un error (sic). Pero eso de modo alguno justifica despojar del cargo a un presidente ungido por el voto popular.”

La incoherencia y falta de sindéresis es la característica más saltante de la comunidad caviar. La tragicómica rasgadura de vestiduras de Bernales Ballesteros lo comprueba.

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