No alcanzamos a comprender el raciocinio del Presidente, Alan García, respecto al tema del Gas Natural. En concreto, nos referimos al Gas de Camisea.
“El Perú tiene la energía eléctrica y el gas natural suficientes para garantizar el desarrollo de grandes inversiones“. Así se pronunció ayer el primer mandatario durante la inauguración de la central eléctrica Kallpa II en Chilca, al sur de Lima. Parece que el jefe de Estado está desinformado o, más grave aún, no comprende la seriedad del problema. El gas de Camisea cuenta con reservas probadas que apenas alcanzan para atender el mercado local. Sin embargo el consorcio que lo explota insiste en exportar esa energía estratégica, basado en un contrato antiperuano suscrito por el gobierno de Alejandro Toledo.
Ha llegado el momento que la gestión de Alan García deslinde responsabilidades con el entreguismo gasífero del toledato. EXPRESO ha denunciado en múltiples ocasiones el peligroso contubernio evidenciado –por obra y gracia del régimen que encabezara Alejandro Toledo– entre el Estado peruano y el consorcio que explota el gas de Camisea.
Hablamos de un acuerdo entreguista –y por tanto ilegal– suscrito por el toledismo, que increíble, inaceptablemente facilita el camino para que una alianza de PYMES internacionales –hablando a nivel del sector petrolero– exporte nuestro gas natural a Chile, entre otros destinos, a sabiendas de que las reservas de ese combustible –estratégico para nuestro desarrollo– no alcanzan para satisfacer el mercado interno. Es más, de manera contradictoria –y hasta delictiva– a nivel local la demanda del gas natural viene siendo profusa, ilusamente promocionada por este gobierno. En ese orden de ideas, resultan incongruentes las facilidades otorgadas para convertir los vehículos gasolineros o petroleros a gas natural. Como tampoco se entiende la profusa propaganda de la gestión García para que las amas de casas usen cada día más el preciado combustible gasífero, en reemplazo de la costosa energía eléctrica para atender las demandas domésticas.
El asunto del gas natural va a explotar. Y muy pronto. En ese horizonte, no alcanzamos a entender la cerrada, torpe –¿cómplice?– defensa que realiza este gobierno en torno al nefasto contrato suscrito por la gestión de Alejandro Toledo con el consorcio que explota el gas de Camisea. El tema sin duda muy pronto va a convertirse en caballito de batalla electoral. Sobre todo de la ultra. Por ello resulta inexplicable el respaldo del presidente Alan García a un contrato rodeado de ribetes de escándalo. A menos que la “influencia” del consorcio haya conseguido “convencer” a su régimen. Asunto que, más temprano que tarde, habrá de manchar la trayectoria de su gobierno.
viernes, 24 de julio de 2009
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