La salida del poder de Manuel Zelaya es irreversible. Violó la Constitución y se puso al margen de la ley. Había que removerlo.” Así de contundente –como corresponde– fue la postura del presidente de la Corte Suprema de Honduras, Jorge Rivera, ante la visita inopinada del chileno José Miguel Insulza, aquel solícito secretario de la OEA que viajó a Honduras nada menos que a presionar a la Justicia de aquella nación para que revoque la orden de captura contra el depuesto presidente tránsfuga Zelaya. Insulza, como se sabe, hace lo indecible para lograr su reelección como jefe de la OEA.
Y reiteramos que Zelaya es tránsfuga porque el 2006 llegó a la jefatura del Estado como líder de los partidos de centro derecha de Honduras. Zelaya, de paso, desciende de una rica familia de agricultores y ganaderos, negocio al que se dedicó durante décadas hasta que lo tentó la política. Instalado en el poder, en vez de gobernar con coherencia de acuerdo a su propuesta electoral de centro derecha, optó por el facilismo para enfrentar la crisis económica que le reventó en las manos. Y entonces se echó a los pies del impresentable Chávez, afiliando a su país a la férula chavista de las casas ALBA a cambio de conseguir petróleo. Del 2008 a la fecha Honduras ha recibido 625 millones de dólares en “líneas de crédito” de Venezuela para “financiar” el petróleo que compra a Caracas. Es decir, Zelaya fue comprado por Chávez. ¿Es o no un vende patria
Pero hay más. Al igual que los demás peleles del impresentable Chávez, Zelaya acató el ucase “bolivariano”, que exige a los presidentes regionales –afiliados al sistema ALBA– imponer la reelección indefinida en sus naciones para perpetuar al chavismo en el poder. Pero como sucede en la mayoría de casos, sus constituciones proscriben esa práctica. Sin embargo el tránsfuga Zelaya convocó a referéndum –que debió llevarse a cabo el día que fue removido del cargo por orden del Congreso– violando la Carta Magna, así como trasgrediendo el mandato del Parlamento y de la Corte Suprema de su país al igual que quebrando la orden de su propio partido, todos los cuales vetaron la consulta popular por inconstitucional. Entonces, ¿quién violó primero la Carta Fundacional?
Sin embargo, como el tránsfuga Zelaya hoy lleva puesta la etiqueta de izquierdista –sucede con algunos derechistas en el Perú, también– de inmediato fue endiosado por la comunidad caviar que domina la diplomacia mundial, como si aquel que en forma flagrante acababa de quebrar la Constitución encarnase la democracia hondureña.
Entonces, si el presidente de una nación es un tránsfuga que vende su alma al diablo –en este caso al impresentable Chávez– al extremo de violentar la Constitución por la que juró gobernar, ¿acaso no debe ser removido por traidor? La respuesta políticamente correcta de los caviares será: claro que sí, siempre y cuando sea de derechas. Pero de ninguna manera si se trata de un izquierdista. En ese caso la mayoría del país, además de instituciones vertebrales como el Congreso y la Corte Suprema, deberá acatar la imposición del tránsfuga. Ese es el mundo hipócrita que promueve la zurda mundial.
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