jueves, 25 de junio de 2009

¿Somos tan cándidos?

Interesantes declaraciones publica el diario Correo del político nicaragüense Eduardo Montealegre, quien confirma que el asilo otorgado por su país al tal Pizango –promotor de la asonada que acabó con 34 seres humanos, 25 de ellos policías espantosamente asesinados– es un trabajo montado por el impresentable Hugo Chávez en coordinación con Evo Morales, Daniel Ortega y los líderes indígenas del Perú, “en represalia por el asilo que dio el presidente Alan García a Manuel Rosales, principal opositor del impresentable en Venezuela. Ahora buscan desestabilizar al gobierno de García. Ortega se está prestando al juego, como títere que es de Hugo Chávez”. Al respecto, acotamos nosotros, la represalia del impresentable podría deberse también al follón que armó Mario Vargas Llosa durante su estadía en Caracas. Porque el laureado novelista enervó de tal forma a Chávez que lo llevó a reaccionar de manera circense, citándolo a “dialogar” en uno de sus interminables monólogos televisivos a los que semanalmente asisten –obligados y sumisos– entorchados y paniaguados chavistas para endiosar al amo. Y es probable que el impresentable imaginara que la presencia de Vargas Llosa en su terreno obedecía a una trama de Alan García. En consecuencia, que el peruano lo hiciera quedar en ridículo ante su propia plebe sencillamente sacó de sus casillas al monstruo de Caracas, llevándolo a bajarle el dedo a García –especulándolo artífice de la trampa– ya que con Vargas Llosa no puede meterse.

Pero volviendo a las declaraciones del nicaragüense Montealegre, éste formula una pregunta elemental que luego él mismo responde: si el tal Pizango estaba tan desesperado buscando asilo, “¿por qué no fue a la embajada de Venezuela, o a la de Bolivia? Porque Tanto (Daniel) Ortega como (Tomás) Borge son títeres y empleados de Hugo Chávez. Por eso Chávez le está pagando US$ 450 millones al año a Ortega, para que haga lo que diga.” Aunque agregamos nosotros, la verdadera razón por la que el tal Pizango no tocó las puertas de las embajadas venezolana o boliviana fue sencillamente para hacer menos obvia la estrategia intervencionista del impresentable. Recordemos que está metido hasta el cogote en la intentona de insurrección indigenista en el Perú, promovida y financiada por Caracas de la mano de un especialista en asonadas dinamiteras y sangrientas como el líder cocalero –y hoy presidente– Evo Morales.

Y el líder de la Bancada Demócrata Nicaragüense (BDN), Eduardo Montealegre, concluye con una frase lapidaria: “Si fuera el presidente Alan García, a Tomás Borge lo deportaría, lo sacaría del país y lo declararía no grato.” Lo hemos escrito múltiples veces: la torpeza de los caviares que dominan Torre Tagle –no necesariamente culpa del actual Canciller– hizo que este gobierno diera el Agreement a un terrorista –y asesino de los indígenas de su país– como Tomás Borge, embajador de Nicaragua en el Perú. Un elemento pernicioso, indeseable que, con toda seguridad, pasa sus días complotando con la ultra para desbarrancar a García y volar en pedazos nuestra democracia. El gobierno debe echar hoy mismo a este enemigo del Perú. ¿O vamos a seguir siendo tan cándidos?

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