jueves, 25 de junio de 2009

¿Cuál es la estrategia?

“El grito indígena retumba en el Perú”. “El gobierno de Alan García se ve forzado a cambiar su estrategia de desarrollo”. “La ministra mandó a la policía a meter bala”. “El gobierno peruano quiere privatizar la selva para dar preferencia a las grandes transnacionales”. Son algunos titulares en la prensa internacional de los últimos días. Es más, según El País de España, Javier la Rosa de la oenegé Instituto de Defensa Legal –cuándo no–, “hay un número mayor de víctimas”. Pero si hasta la figuretti Defensora del Pueblo –que se atrevió a hablar de centenares de nativos muertos– tuvo que recular ante las evidencias. Es más, para el Ideele y el coro de oenegés derechohumanistas, los únicos muertos que valen son los nativos. Para ellos los policías son cucarachas. Su vida no vale nada. Este, señores, es el tono mediático de la mayor parte del periodismo local y mundial, lo que confirma que existe una costosa e inteligente técnica de acción.

Lo advertimos hace muchos meses: Alan García está en la mira del impresentable Hugo Chávez. No es un problema personal. Es la estrategia del “bolivariano” para alzarse con el poder en el Perú. Sabe que para ello necesita derrocar al régimen constitucionalmente elegido. Y le urge hacerlo para imponer a su candidato pelele con miras a las elecciones –puro formalismo– del 2011. El impresentable requiere pues caldear ya los ánimos en el Perú para generar un ambiente de golpe de Estado. Pero no uno de tradicional corte militar sino más bien un golpe de Estado “popular” producto de la sublevación de masas; hijo de la agitación social; sucedáneo del odio que transpira una turbamulta incendiada por el fuego lanzado por un clan de agitadores profesionales –políticos, activistas, periodistas, etc.– digitados y financiados por Caracas.

La situación es delicada. Lo acontecido en Bagua, la actual insurgencia en Andahuaylas, las amenazas que ya lanzan los cusqueños, y los siguientes conejos que seguirá sacando del sombrero el socialismo –que sigue órdenes del impresentable– no ofrecen precisamente un escenario favorable al país. Los grados de ebullición de la escalada de vértigo social –planeada y pagada por enemigos externos del Perú– seguirán aumentando conforme se consolida la campaña electoral que –con precisión– formalmente arrancó hace un mes con el alzamiento indígena.

Reiteramos, lo más probable es que la sedición y la prensa progre insistan en traerse abajo al gobierno de Alan García. Si lo logran o no les es irrelevante. En el primer caso recurrirían a la figura del gobierno transitorio aplicada con Fujimori, convocando a una elección meramente formal, aunque democráticamente inválida pues respondería a las circunstancias de desasosiego y disturbio que en esos momentos viviría la patria. Ello le permitiría a la ultra callejonera –y a la progresía caviar– manipular las cosas a su favor. Ahora bien, en caso concluya su período la gestión García, pues para entonces la dupla habrá conseguido recalentar de tal manera el ambiente social –con levantamientos indígenas por todos lados– que aquello le permitiría alzarse con el éxito electoral tras debilitar con tamaña conmoción política a los candidatos del centro y la derecha. ¿Cuál es la estrategia del presidente Alan García? El país demanda su liderazgo con urgencia.

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