lunes, 8 de junio de 2009

¿Qué pasa?

Hace dos meses EXPRESO empezó a publicar notas advirtiéndole al gobierno del peligro que encerraban las amenazas de una agrupación politizada que sostiene defender el interés de los nativos selváticos. Lamentablemente la reacción del régimen fue nula al principio. Luego intervino el premier Yehude Simon, quien erró al negociar con un truhán decidido a volar en pedazos el estado de derecho. Por último, cuando reaccionó Simon ya el subversivo que tenía al frente había consolidado demasiado terreno. Y es que estaba cantada la fachada política indígena de Aidesep y las intenciones protervas de su cabeza visible, el tal Pizango. Era evidente que el objetivo de éstos consistía en instaurar en el Perú un proceso soliviantador de masas indígenas similar al que orquestó el entonces petardista cocalero boliviano –y hoy presidente de su país–, Evo Morales. Es más, en comentario anterior esta columna señaló que detrás de aquella mascarada estaba la mano –pero sobre todo el dinero– del impresentable Hugo Chávez, quien le ha declarado la guerra al presidente Alan García en su afán por conquistar la región andina, para lo cual necesita levantarle los bonos a los humalistas como alternativa de gobierno para el 2011. Y la ocasión para lograrlo se le presentaba pintada al impresentable con la revuelta desatada en la zona de Bagua por un segmento de indígenas dirigidos por gente muy bien preparada en la Bolivia de Morales.

Recordemos que el caballito de batalla de la dirigencia indigenista es la derogatoria de normas aprobadas –por unanimidad– en el Congreso relativas a la consolidación del TLC con los Estados Unidos. Es decir, los subversivos plantean nada menos que el Perú quiebre el acuerdo comercial que tantísimo esfuerzo le costó estructurar –cuatro años de tensas negociaciones– con el gigante del norte. Claro, ello explícitamente responde a la voluntad del impresentable Chávez, quien desde un comienzo lanzó un ucase para que los países de la región andina –reiteramos, exceptuando a Chile, nación a la que el impresentable no se atreve a tocar– no firmen acuerdos comerciales con EE UU. 

Tomemos en cuenta, asimismo, que a los chilenos no les conviene que Perú suscriba finalmente el TLC con USA, pues de lograrlo continuaremos superándoles no solo en inversiones sino en crecimiento, aún más que lo hemos hecho durante los últimos dos años. Y para evitarlo Santiago es capaz de cualquier cosa. Como, por ejemplo, cautivar al vecino boliviano. Como lo hizo por el tema de La Haya. Curiosamente esa marioneta chavista llamada Evo Morales adoptó una descarada postura pro Chile. Y ello permite lucubrar que el boliviano ha estado moviendo sus hilos con la subversión peruana –en este caso con (Aidesep)–, con miras a darle éxito al soliviantamiento orquestado por los nativos peruanos que tanta secuela de muerte y sangre ya viene dejando.

El hecho que el gobierno no haya previsto estas consecuencias –a pesar de haber estar advertido hace dos meses– revela que nuestros sistemas de inteligencia siguen en nada. 

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