Cuando EXPRESO criticaba en solitario no solo la fenomenal, más bien provocadora compra de armamento sofisticado –de ataque bélico- por parte de Chile, sino asimismo las crecientes inversiones chilenas en el Perú y la actitud complaciente –sin medir sus consecuencias– por parte de nuestro Estado, el establishment criollo criticó a este diario tildándolo de exageradamente nacionalista. Como en el siglo antepasado, muchos siguen alucinando “primero los chilenos que Piérola”. Son quienes prefieren a los chilenos que al cholo peruano, por el prurito libertario de la inexistencia de fronteras –una quimera idealista en el resto del planeta que pregona la ciudadanía universal y que resulta muy chic entre los políticamentecorrectos–, mientras otros lo hacen por razones crematísticas. Business son business, evangelizan éstos cada vez que consiguen amarrar una licitación para llevarse terrenos estatales, estratégicos, a precio huevo; o cada vez que obtienen prórrogas ad infinitud para continuar con el monopolio aéreo; o cada vez que logran licencias municipales imposibles para el resto que les permite construir torres donde no corresponde; o cada vez que se las agencian para que el Congreso peruano no apruebe asuntos relativos a los intereses chilenos acá, como sucedió con el Tratado de Libre Comercio, al igual que antes lo hicieran con el Tratado de Cielos abiertos, esa prebenda que entregó escandalosamente nuestro espacio aéreo a los chilenos. Son algunas muestras de arrodillarse delante de quienes se han posesionado de 60 mil kilómetros cuadrados de nuestro mar; ante quienes practican levantiscas maniobras militares delante de nuestra frontera; ante quienes vendieran armas de guerra a Ecuador en pleno conflicto del Cenepa. Y los ejemplos sobran.
Alejandro Toledo Manrique tiene mucho que explicarle al país por esas bajadas de pantalones. Basta citar tres gravísimos actos antiperuanos de su gobierno: 1) cedió nuestros cielos entregándole el monopolio de la aviación comercial a LAN Chile; 2) descuidó permanente y temerariamente a nuestras Fuerzas Armadas –dejándonos inermes– por la estupidez de castigar la vinculación de algunos generales con el régimen de Alberto Fujimori; y 3) dinamitó los servicios de inteligencia, es decir, mató al cartero, y colocándonos a ciegas frente al enemigo externo –Chile- y al interno: sendero luminoso y el mrta.
Por ello vemos con estupor que medios de prensa, políticos, “lideres” de opinión, etc. –que ayer nomás nos llamaron chauvinistas, antichilenos, etc. por haberle alertado la verdad al país–, hoy se rasguen las vestiduras ante el hecho consumado, cuando Chile ya se equipó hasta los dientes con armamento ofensivamente mortífero. La postura que necesita mantener el Perú frente a Chile no puede ni debe basarse entonces en miradas contemplativas, en lenguajes diplomáticos ni en gestos simpáticos. Lo que hace falta es que la sociedad peruana adopte una actitud de firmeza y de consecuencia en torno a una situación en extremo compleja y delicada como es la defensa de la soberanía. Todo el resto es huachafería y, peor todavía, cobardía.
sábado, 9 de mayo de 2009
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