Latinoamérica se enfila a la dictadura. La amenaza contra la prensa viene dándose en forma simultánea en Venezuela, Argentina y Ecuador, Bolivia y Nicaragua. La mordaza es producto de la “revolución bolivariana socialista” que impulsa el impresentable Chávez para imponer su imperio del petróleo y la droga en la región. El control estatal de la prensa lo promueve la tiranía Castro-chavista para conquistar espacios en Sudamérica, con miras a integrarla a un “eje estratégico” con los amigos de Chávez: Irán –adalid del antinorteamericanismo, asilo del terrorismo internacional y paraíso del mundo de la droga– y Rusia, tradicional proveedor de armas para quien fuere.
El ejemplo totalitario lo dio en mayo de 2007 el impresentable al prohibir la renovación de la licencia de la cadena periodística opositora Radio Caracas Televisión. Y ahora la emprende contra otras 34 emisoras de radio y tv –a las que prepotentemente ya sacó del aire– y advirtió que 200 más también podrían perder sus licencias. Salvo el consorcio mediático de propiedad del multimillonario grupo Cisneros –que rastreramente se ha entregado al impresentable a cambio de que sus meganegocios sigan haciendo toneladas de utilidades–, el resto de la prensa venezolana está bajo amenaza de muerte.
De otro lado hace tiempo que el ecuatoriano Rafael Correa, aprendiz de brujo y admirador del impresentable Chávez, amenaza a los medios de comunicación. Pero la última semana pasó del dicho al hecho al exigir la clausura del canal Teleamazonas por difundir una conversación suya grabada por terceros –obtenida por el opositor Partido Sociedad Patriótica–, audio que confirma que Correa cambió el texto de la nueva Constitución a espaldas de lo aprobado en el referéndum de hace un año.
Asimismo la archimillonaria parejita Kirchner ha introducido una parafernalia de restricciones sutiles y mecanismos fiscales para deteriorar la solvencia financiera de las empresas periodísticas. Es más, ha elaborado un proyecto de ley que impondría la regulación estatal de los medios de comunicación. De manera que de aprobarse esa norma, sólo un tercio de la prensa tendría el carácter de comercial –como sucede acá y en todo el mundo libre–, otro tercio sería destinado al servicio público –el Estado– y el último entregado a oenegés, sindicatos, universidades, iglesias, etc. ¿Velasquismo II?
La libertad de prensa peligra en Latinoamérica. A propósito nos preguntamos, ¿qué harán para evitar que aquello se repita en este país esos llamados “grandes medios de comunicación” peruanos, siempre pusilánimes y vergonzosamente entregados al mundo parasitario de las oenegés políticas? ¿Qué opinan al respecto esos medios caviares dirigidos por los mismos comunistoides que apoyaron la confiscación de nuestra prensa por el velascato? ¿Qué pretende esa gentuza que se rasga las vestiduras desafiando y extorsionando a los únicos sectores que defienden la libertad de prensa: la derecha y el centro político? Seguro que esperar el resultado de las elecciones del 2011 para luego acomodarse con el poder de turno. Como suelen hacerlo en todo orden de cosas.
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